La historia de un héroe en extinción


Desde su aparición en los hogares del mundo, la televisión ha sido una poderosa herramienta de información, una fuerza influyente en la opinión pública y a veces un arma de manipulación. En esos dorados inicios, surgieron también nuevos líderes. A principios de los 50, uno de ellos era Edward R. Murrow, el pionero de los programas periodísticos de opinión en los Estados, estrella de Columbia Broadcast System o CBS, quien cada noche terminaba su programa con la frase de antología que da nombre a la película que le rinde homenaje: Good night and good luck", "Buenas noches y buena suerte".
Esta es la segunda película que dirige el actor George Clooney y un homenaje al coraje que Murrow -interpretado por el correcto actor David Strathairn- demostró al movilizar a la opinión pública frente a los abusos del senador Joseph Mc Carthy, quien encabezó una cacería de brujas durante la persecución contra los comunistas. Un sujeto que acusó a muchos sin mayores pruebas y que al final, tras ser desenmascarado por Murrow (nadie más se atrevía en televisión a acusarlo) termina siendo investigado por el mismo Senado. Estamos entonces ante la vieja historia del enfrentamiento del poder con los periodistas independientes y el conflicto entre anunciantes y libertad de expresión. "Buenas Noches y buena suerte" es un hecho arrancado de la vida real que bien pudo haberse mostrado a través de un documental, pero que el director prefirió retratar en la ficción. Hasta aquí todo bien.
Clooney cuenta la historia apelando a la nostalgia que puede producir en el espectador el blanco y negro, el uso de grabaciones auténticas de sesiones en el Congreso norteamericano y un leiv motiv de una cantante de jazz. Es claro que pretende dar un mensaje a la audiencia norteamericana recordándole que el poder de la verdad no debe sucumbir ante el de las corporaciones o el de los políticos. Su apuesta fue por describir el hecho y proponerlo como el personaje de fondo, sacrificando por esto el desarrollo dramático de los personajes.
Como periodista que soy esperaba ver que más hay detrás de ese rico personaje llamado Murrow por más que el periodista de la pantalla era la versión ficcionada de un tipo real. Sin embargo el guión jamás expone que personaje hay detrás del personaje, es decir que motivaciones lo mueven a él y a los periodistas de su entorno, que los motiva a encarar la posibilidad de la censura, cuáles son sus conflictos internos. El director expone a todos como piezas de ajedrez en un tablero y nos pide a los espectadores centrarnos en los resultados del juego.
El único conflicto desarrollado, aunque de manera superficial es el que vive una pareja de periodistas que debe ocultar su matrimonio para evitar ser despedidos por la estricta cadena CBS, que tiene como norma no contratar a integrantes de una misma familia. El fantástico Robert Downey Jr. encarna al esposo oculto y como siempre cumple, pero no en la medida que le hubiese permitido un guión más profundo.
El mismo George Clooney interpreta a Fred Friendly, el productor que acompaña a Murrow en su valiente posición. ¿Qué movía a Friendly?, a Clooney ni a los guionistas les importaba que los espectadores lo supiéramos. Quizás por eso coincido con quienes dicen que las intenciones de Clooney hubieran encajado mejor en un documental informativo sobre "el hecho" que pretende describir.
A pesar de todo, siempre es interesante que los cineastas se interesen por esa especie en extinción a la que Murrow pertenece, esa raza de corajudos periodistas que encaran a los empresarios televisivos, quienes están frecuentemente más interesados en escuchar la danza de dólares de los auspiciadores, antes que la insistencia de unos cuántos apasionados que encuentran historias en las cuáles se demuestran que los gobiernos o las corporaciones no siempre se la juegan por los intereses de todos o siguen los preceptos legales, respectivamente. A quienes pertenecemos a las recientes generaciones de periodistas sólo nos queda lanzar un suspiro al ver que personajes como Murrow existían hace más de cincuenta años.

Comentarios

viajera dijo…
Quizá la intención de Clooney, al hacerla en blanco y negro, aparte de "documentalizar" su historia, es dejarnos en claro que esas épocas de la TV ya son parte de la historia pasada y no volverán. Difícil imaginar a colores una cadena de TV (o cualquier medio de comunicación) que no esté gobernada por los intereses comerciales y de los propietarios antes que por el afán de buscar la "objetividad y la verdad".

Lo sé yo que también soy comunicadora/periodista y he debido pasar por algunos medios en mi haber profesional.

Ahora, concentrándonos en la película como película y no como mensaje, ¿merecía tanta atención y buenos comentarios de la crítica? Tengo mis dudas. Para mí fue una película NORMAL. Incluso me gustó mucho más la primera película dirigida por el guapo George: Confesiones de una mente peligrosa.
Tanto la película como tu análisis me gustaron, Monich. Si algún día me propusieran dictar un curso de periodismo, ésta y "El informante" (de Michael Mann) serían los dos pilares en que basaría mis clases más memorables. No hay nada más placentero en el periodismo que esa sed insaciable de investigación, así como la inquebrantable emoción que inspira la búsqueda eterna de la verdad.
schatz67 dijo…
Es evidente que esta película pertenece junto con "El Informante" y "Todos los Hombres del Presidente" a un grupo de cintas dedicadas a divulgar la labor de personajes casi quijotescos en una sociedad tan manipuladora y corrupta como la noteamericana.

De otro lado,yo pensaba que el placer mayor de los periodistas era la mermelada,que me disculpe Moni(no es nada personal,menos contigo) pero no conozco ningun periodista honrado en el Perú.Menos aún, a alguno que este rectilíneamente emocionado con"la búsqueda eterna de la verdad". Aquí,como en el "mundo libre" no existe la libertad de prensa. Existe la libertad de empresa y punto.

Puajjjjjjjjjjjj

Schatz

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