Volver a Penélope
Es inútil tratar de comentar esta película obviando su contemplación. Pues la película no solo es un trabajo de notable factura del director español, también es una constatación del encumbramiento de Penélope Cruz como contraparte ibérica de Sofía Loren en "Una Giornata Particulare” y su coronación como suma sacerdotisa del universo de chicas Almodóvar.
Pero dejemos por un momento la idolatría por Penélope y desgajemos un poco al reciente fruto de la febril imaginación de Almodóvar. Volver nos cuenta magistralmente una historia que en otras manos podría ser sustancia de un vulgar folletín o de un infumable culebrón. Raimunda (Penélope Cruz en una actuación soberbia) es una madre soltera que comparte su vida con un sujeto de ralos ingresos y peor educación. No es feliz con su existencia y sin embargo tiene un impulso vital que la anima a continuar braceando en un mar grisáceo de permanentes vicisitudes y escasísimas alegrías. Su hermana Sole (Lola Dueñas en performance muy similar a la de Verónica Forqué en "Kika") vive en las nubes luego de haber sido abandonada por su marido y regenta una peluquería clandestina en su piso madrileño. Paula (Yohana Cobo, reciente fichaje del director) es la hija adolescente de Raimunda quien completa el trío inicial que comparte una cotidianeidad abundante en frustraciones, estrecheces y recuerdos difusos que duelen en vez de reconfortar. Un par de visitas al pueblo en donde se criaron activan no solamente los recuerdos más vívidos de su pasado -que más que añoranzas son recuerdos que angustian- sino que establece además inquietantes vínculos entre instancias tan disímiles como cercanas en la película. Pasado y presente, vida y muerte, imaginación y realidad, humor, amor y dolor se entrelazan armoniosamente y van construyendo una expresión coral femenina tierna e irreductible. Los hombres no existen en esta película, son meras comparsas en determinadas situaciones. Baste decir que el rol masculino más preponderante es…un cadáver, el cual debido a su condición la pasa convenientemente oculto durante toda su participación.
El eje sobre el que gira la historia es la presencia magnífica del personaje de Raimunda. El contrapunto que se origina entre ella y su madre Irene (notable Carmen Maura) representa el clímax esperado que supone no solo el punto de quiebre en la película sino también la punta que empieza a desmadejar el ovillo y a develar un secreto de familia celosamente guardado durante muchos años. Y este diálogo esclarecedor que tarda mucho en pasar de un tono ríspido a uno más íntimo y abierto no solo cierra una herida abierta en los corazones de Raimunda y de su madre; es un intercambio que reúne afectos y genera el retorno de una confianza que parecía irremediablemente perdida. Y eslabona gracias al talento del director todos los ámbitos aparentemente disímiles entre los que transitaban disfuncionalmente los personajes durante el discurrir de la historia.
El mérito de Almodóvar radica no solamente en el manejo y reconstrucción de la historia y sus circunstancias a partir de la insólita interacción entre sus personajes. La estética algo chirriante a las que nos tenía acostumbrados ha sido reemplazada por planos sugerentes que compartimentan los ámbitos y situaciones que la componen. Así, el pueblo manchego de puertas cerradas que alberga la historia inicial de la familia es un rehén en tres tiempos del viento que invade todos los espacios disponibles y habitables. Si en “Seven” de David Fincher la lluvia es el personaje que nos acompaña durante toda la cacería de un psicópata en esta película el viento es el que se encarga de delinear las marchas y contramarchas en la vida de este rincón olvidado. Notable es también la escena del plano aéreo del cortejo funerario. Una paleta de luz, blanco, negro, vida y muerte que pone en evidencia la maestría del realizador para transmitirnos sin mediar palabra alguna la esencia de un momento en particular.
Y aunque la madurez y la maestría se encuentren perfectamente decantadas en esta historia no podemos dejar de encontrar sellos inconfundibles de la factura del manchego. El momento musical que encierra una doble connotación en un mensaje de vieja data, el lenguaje directo y sin ambages de sus principales protagonistas, seres que demuestran sus emociones sin elusiones discursivas y con una expresividad emocional que no necesita de palabras para poder ser entendida. Y por sobre todas las cosas, el perfecto retrato del imaginario emocional femenino que solo Almodóvar es capaz de retratar mezclando en dosis adecuadas humor, amor, dolor, verdad y ternura.
De visión obligatoria, Volver es una agradable constatación de la madurez de un cineasta que demuestra su capacidad de permanente reinvención sin perder las características que han hecho de su cine y de su particular sensibilidad para recrear el universo femenino una marca mayor. Y es también un retorno de Penélope Cruz al cine de autor, a sus raíces hispanas y al espacio de donde nunca debe volver a salir.
Salvo que sea para venir a buscarme.
Pero dejemos por un momento la idolatría por Penélope y desgajemos un poco al reciente fruto de la febril imaginación de Almodóvar. Volver nos cuenta magistralmente una historia que en otras manos podría ser sustancia de un vulgar folletín o de un infumable culebrón. Raimunda (Penélope Cruz en una actuación soberbia) es una madre soltera que comparte su vida con un sujeto de ralos ingresos y peor educación. No es feliz con su existencia y sin embargo tiene un impulso vital que la anima a continuar braceando en un mar grisáceo de permanentes vicisitudes y escasísimas alegrías. Su hermana Sole (Lola Dueñas en performance muy similar a la de Verónica Forqué en "Kika") vive en las nubes luego de haber sido abandonada por su marido y regenta una peluquería clandestina en su piso madrileño. Paula (Yohana Cobo, reciente fichaje del director) es la hija adolescente de Raimunda quien completa el trío inicial que comparte una cotidianeidad abundante en frustraciones, estrecheces y recuerdos difusos que duelen en vez de reconfortar. Un par de visitas al pueblo en donde se criaron activan no solamente los recuerdos más vívidos de su pasado -que más que añoranzas son recuerdos que angustian- sino que establece además inquietantes vínculos entre instancias tan disímiles como cercanas en la película. Pasado y presente, vida y muerte, imaginación y realidad, humor, amor y dolor se entrelazan armoniosamente y van construyendo una expresión coral femenina tierna e irreductible. Los hombres no existen en esta película, son meras comparsas en determinadas situaciones. Baste decir que el rol masculino más preponderante es…un cadáver, el cual debido a su condición la pasa convenientemente oculto durante toda su participación.
El eje sobre el que gira la historia es la presencia magnífica del personaje de Raimunda. El contrapunto que se origina entre ella y su madre Irene (notable Carmen Maura) representa el clímax esperado que supone no solo el punto de quiebre en la película sino también la punta que empieza a desmadejar el ovillo y a develar un secreto de familia celosamente guardado durante muchos años. Y este diálogo esclarecedor que tarda mucho en pasar de un tono ríspido a uno más íntimo y abierto no solo cierra una herida abierta en los corazones de Raimunda y de su madre; es un intercambio que reúne afectos y genera el retorno de una confianza que parecía irremediablemente perdida. Y eslabona gracias al talento del director todos los ámbitos aparentemente disímiles entre los que transitaban disfuncionalmente los personajes durante el discurrir de la historia.
El mérito de Almodóvar radica no solamente en el manejo y reconstrucción de la historia y sus circunstancias a partir de la insólita interacción entre sus personajes. La estética algo chirriante a las que nos tenía acostumbrados ha sido reemplazada por planos sugerentes que compartimentan los ámbitos y situaciones que la componen. Así, el pueblo manchego de puertas cerradas que alberga la historia inicial de la familia es un rehén en tres tiempos del viento que invade todos los espacios disponibles y habitables. Si en “Seven” de David Fincher la lluvia es el personaje que nos acompaña durante toda la cacería de un psicópata en esta película el viento es el que se encarga de delinear las marchas y contramarchas en la vida de este rincón olvidado. Notable es también la escena del plano aéreo del cortejo funerario. Una paleta de luz, blanco, negro, vida y muerte que pone en evidencia la maestría del realizador para transmitirnos sin mediar palabra alguna la esencia de un momento en particular.
Y aunque la madurez y la maestría se encuentren perfectamente decantadas en esta historia no podemos dejar de encontrar sellos inconfundibles de la factura del manchego. El momento musical que encierra una doble connotación en un mensaje de vieja data, el lenguaje directo y sin ambages de sus principales protagonistas, seres que demuestran sus emociones sin elusiones discursivas y con una expresividad emocional que no necesita de palabras para poder ser entendida. Y por sobre todas las cosas, el perfecto retrato del imaginario emocional femenino que solo Almodóvar es capaz de retratar mezclando en dosis adecuadas humor, amor, dolor, verdad y ternura.
De visión obligatoria, Volver es una agradable constatación de la madurez de un cineasta que demuestra su capacidad de permanente reinvención sin perder las características que han hecho de su cine y de su particular sensibilidad para recrear el universo femenino una marca mayor. Y es también un retorno de Penélope Cruz al cine de autor, a sus raíces hispanas y al espacio de donde nunca debe volver a salir.
Salvo que sea para venir a buscarme.
Comentarios
Con esta reseña, mi inestimable Schatz, me has reabierto el apetito penelopiano. Veremos cuánto demora esta película en llegar por tierras niponas (si es que llega).
Por cierto acabo de enterarme, gracias a la sabiduría de IMDB, que Penélope participó de un capítulo de aquella serie inolvidable de los 80s: "La Serie Rosa". Habré de conseguirme ese capítulo por, ejem, cultura general.
Pero a ella se lo podemos perdonar todo.Hasta el inglés masticado.
Total,si solo necesitamos que nos diga tres palabras no?
Saludos
Schatz